Así empiezo mi entrada de hoy. Como ya os conté hace unas semanas me colocaron por tercera vez el micro implante que llevo en la parte izquierda de la boca. ¿Sabéis que ocurrió?, os lo podéis imaginar. Después de mi visita mensual con el Dr. Canábez volvimos a atar el micro implante a los brackets. El resultado fue que tres días después el tornillo volvía a estar inestable. ¿Por qué? como ya os conté todo tiene que ver con mis características fisiológicas, puesto que tengo el hueso muy fino y no soporta la presión.
Sin embargo, el Dr. Buenechea creía que colocando el tornillo un poco más atrás este resistiría durante lo que queda de tratamiento. Pero volvió a suceder: se aflojó. Era jueves cuando sentí que la cosa ya no iba bien. Me toqué el tornillo con los dedos y noté que ya no estaba fijo. Se iba moviendo y me hacía daño así que me lo acabé arrancando yo misma (ahora pensaréis :¡Qué bestia!), no os asustéis, ya estaba casi fuera y sólo le di el empujoncito final. Además, ese día tenía una fiesta importante por la noche y lo último que deseaba era que acabara en mi estómago (ja ja ja). Para mi suerte, un día después me había citado con mi cirujano, el Dr. Buenechea, puesto que me iba a presentar a uno de los médicos de su equipo de cirugía ortognática, así que podría comentarle lo sucedido. Llegué a la consulta del doctor en Barcelona, calle Manuel Girona, y entre risas y resignación le conté lo ocurrido. Quedaríamos otro día para volver a colocar el dichoso tornillo con el mismo procedimiento de siempre, aunque ahora probaríamos a introducirlo en otro sitio.
Sin embargo, el Dr. Buenechea creía que colocando el tornillo un poco más atrás este resistiría durante lo que queda de tratamiento. Pero volvió a suceder: se aflojó. Era jueves cuando sentí que la cosa ya no iba bien. Me toqué el tornillo con los dedos y noté que ya no estaba fijo. Se iba moviendo y me hacía daño así que me lo acabé arrancando yo misma (ahora pensaréis :¡Qué bestia!), no os asustéis, ya estaba casi fuera y sólo le di el empujoncito final. Además, ese día tenía una fiesta importante por la noche y lo último que deseaba era que acabara en mi estómago (ja ja ja). Para mi suerte, un día después me había citado con mi cirujano, el Dr. Buenechea, puesto que me iba a presentar a uno de los médicos de su equipo de cirugía ortognática, así que podría comentarle lo sucedido. Llegué a la consulta del doctor en Barcelona, calle Manuel Girona, y entre risas y resignación le conté lo ocurrido. Quedaríamos otro día para volver a colocar el dichoso tornillo con el mismo procedimiento de siempre, aunque ahora probaríamos a introducirlo en otro sitio.
La visita con el doctor
Ya se que estos detalles no se me deben escapar y más si luego os lo tengo que transmitir pero el caso es que no recuerdo el nombre del doctor. Me hizo las mismas preguntas que nos hacen todos los maxilofaciales en una primera visita: si había sufrido alguna enfermedad o había tenido algún problema, cuando noté que tenía este problema, cómo era de pequeña... Luego vino la sesión de fotos en todas las posiciones y perfiles posibles. Y es que en cada visita que tengo con mi ortodoncista ya hacemos unas cuantas. En cuanto a los maxilofaciales, lo hacen para poder determinar el movimiento que tienen que hacer en la mandíbula, necesitan saber cuál es nuestra postura con el labio relajado, cuando forzamos para cerrar la boca, nuestra visión frontal y de perfil, etc. En relación a los ortodoncistas, al menos en mi caso, hacen fotografías de la boca para poder ver la evolución y el movimiento de los dientes a lo largo del tratamiento.
Mi primera impresión del doctor fue que era una persona amable con un sentido del humor bastante especial. Por encima de todo muy detallista y meticuloso. Aunque por encima de todo lo que me pudiera decir en términos médicos hubo un comentario que me dejó un poco descolocada, expectante o preocupada:

Me comentó que muchas de las pacientes que se operan de cirugía ortognática al poco tiempo dejan a sus novios, según él porque "se buscan a otros mejores". Lo dijo con un punto de humor aunque noté cierta seriedad en su comentario. ¿Vosotros qué pensáis?
En cuanto al maldito tornillo, este lunes el Dr. Buenechea me lo volvió a colocar pero un poco más abajo de lo que lo había echo otras veces. Veremos que sucede en esta ocasión, ¿a la cuarta va la vencida?.
¡Feliz fin de semana!
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