Acabo de llegar a casa de la
universidad y he sentido un impulso irrefrenable de escribir. Me he acordado de
que tengo este blog como vía de desahogo y como lugar de liberación. Me he
preguntado a mí misma si lo que iba a contar le iba a interesar a alguien y
entonces me he puesto en el lugar de una chica, un chico, un niño o un adulto
con el mismo problema que yo y he encontrado la respuesta: si, quisiera leer
sus sensaciones, vivencias, sentimientos. Muchas veces intento hablar de
cuestiones técnicas sobre la cirugía ortognática, quiero intentar hablar de la
evolución de mi caso, de las fases que se van sucediendo en mi tratamiento y
los problemas y dificultades médicos, pero muchas veces se me escapa de las
manos. En ese sentido, intento contar lo que creo que entiendo y siempre con un
lenguaje cercano a todos vosotros, pero creo que de lo que mejor puedo hablar
es de lo que siento y de esto va este post.
No es la primera vez
que hablo de cómo me ven los demás, de cómo quiero que me vean, de las situaciones
y personas con las que me he encontrado a lo largo de estos años y que han
intentado hacerme sentir un poco peor por tener este problema, tan visible y a
la vez incomprensible ante los ojos de la gente. Hace cuatro años que voy a la
universidad y en esta etapa me he encontrado con personas maduras, con buenas
personas, con amigos, con conocidos de clase con los que me he sentido muy a
gusto, en fin, a diario me he cruzado con cientos de personas, esas que conoces
de vista, esas que saludas pero con las que no mantienes una relación directa
de amistad y un largo etcétera. Como en todos sitios, la universidad no sólo es
un lugar de encuentro para gente que comparte el mismo sueño que tú y con los
que te sientes identificado, también es un sitio en el que conoces a personas
que incomprensiblemente han acabado ahí y a los que consideras poco iluminados
por decirlo finamente y con un punto de inmaduros. De esa gente voy a hablaros.
Como iba diciendo, con ese tipo de personas también me he encontrado y por mi larga
experiencia he pensado más de una vez que seguro que había sido objeto de burla
de alguna de sus estúpidas conversaciones a causa de mi problema mandibular. No
he sido una ingenua durante estos cuatro años pero hoy lo que algunas veces
rondaba por mi cabeza ha sido confirmado. Un amigo me ha contado como una de
esas personas se ha burlado de mi aspecto ante otros compañeros y como él le ha
puesto en su lugar por no tener ni idea de lo que se estaba riendo.
Evidentemente, ante todo esta persona ya no tenía ningún tipo de autoridad
antes de que tuviera constancia de este hecho, puesto que tengo constancia
desde hace tiempo que se trata de una persona cuya personalidad se fundamenta
en el hecho de burlarse de todo el mundo a sus espaldas, incluso de sus propios
amigos. No voy a llorar por eso, pero este tipo de situaciones me hacen pensar
en algo que, aunque me haga la fuerte, no puedo dejar que me afecte.
Es el tipo de
situación que en la adolescencia me llevaban a encerrarme en mi habitación para
llorar a mares preguntándome por qué diablos me había pasado esto. Aunque no
quieras, te sientes impotente pensando en esa etapa de tu vida en la que fuiste
"normal" y como todo se fue a la mierda por un motivo que ni siquiera
los médicos conocen y que te cambiaron la estética del rostro en no más de 3 o
4 años. Entonces piensas que deberías emitir un comunicado a todo el mundo que
te conoce por primera vez diciéndoles que eres una persona normal, que no
naciste así, pero que por circunstancias que nadie ha sabido explicar has
tenido un problema de salud asociado a la estética. Pienso en lo triste que es
eso, que el comentario de un estúpido me vuelva a recordar todo esto, pero es
lo que me pasa ahora mismo por la cabeza. Es algo que soy incapaz de compartir
como os he dicho en muchas ocasiones con la gente que me quiere y me rodea (¡otra
cosa que me parece muy triste!) pero supongo que pienso que no me van a
entender porque no pueden llegar a meterse en mi piel. Como ya os he dicho, no
voy a llorar porque hoy me haya enterado de esto, pero tampoco voy a negar que
hasta que no vuelva a nacer, que es así como espero sentirme después de volver
a reconocer a esa niña que era en el espejo, no podré encerrar en un cajón
algunas inseguridades.
Un momento que me
sigue pareciendo muy lejano pero que realmente está a la vuelta de la esquina.
La semana que viene voy a visitar a mi dentista para que me coloque la férula
mandibular, se trata de una especie de funda de plástico que ejercerá presión
sobre la mandíbula para que la boca aprenda a morder correctamente. Voy a
llegar una férula "partida", de esta forma voy a llevar una parte de
día y otra de noche para no llevar este plástico tan aparatoso durante todo el
día. No tengo fecha para la operación pero le he estado preguntando al Dr.
Canábez y me ha dicho que la férula se coloca tres o cuatro meses antes de la
operación, así que el momento se acerca, aunque a veces siento que no llegará
nunca y otras el miedo a que haya algún problema me invade, pero supongo que si
no sintiera miedo en algún momento no sería humana, ¿no?
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