divendres, 28 de febrer del 2014

CÓMO ME SIENTO

Acabo de llegar a casa de la universidad y he sentido un impulso irrefrenable de escribir. Me he acordado de que tengo este blog como vía de desahogo y como lugar de liberación. Me he preguntado a mí misma si lo que iba a contar le iba a interesar a alguien y entonces me he puesto en el lugar de una chica, un chico, un niño o un adulto con el mismo problema que yo y he encontrado la respuesta: si, quisiera leer sus sensaciones, vivencias, sentimientos. Muchas veces intento hablar de cuestiones técnicas sobre la cirugía ortognática, quiero intentar hablar de la evolución de mi caso, de las fases que se van sucediendo en mi tratamiento y los problemas y dificultades médicos, pero muchas veces se me escapa de las manos. En ese sentido, intento contar lo que creo que entiendo y siempre con un lenguaje cercano a todos vosotros, pero creo que de lo que mejor puedo hablar es de lo que siento y de esto va este post. 

No es la primera vez que hablo de cómo me ven los demás, de cómo quiero que me vean, de las situaciones y personas con las que me he encontrado a lo largo de estos años y que han intentado hacerme sentir un poco peor por tener este problema, tan visible y a la vez incomprensible ante los ojos de la gente. Hace cuatro años que voy a la universidad y en esta etapa me he encontrado con personas maduras, con buenas personas, con amigos, con conocidos de clase con los que me he sentido muy a gusto, en fin, a diario me he cruzado con cientos de personas, esas que conoces de vista, esas que saludas pero con las que no mantienes una relación directa de amistad y un largo etcétera. Como en todos sitios, la universidad no sólo es un lugar de encuentro para gente que comparte el mismo sueño que tú y con los que te sientes identificado, también es un sitio en el que conoces a personas que incomprensiblemente han acabado ahí y a los que consideras poco iluminados por decirlo finamente y con un punto de inmaduros. De esa gente voy a hablaros. Como iba diciendo, con ese tipo de personas también me he encontrado y por mi larga experiencia he pensado más de una vez que seguro que había sido objeto de burla de alguna de sus estúpidas conversaciones a causa de mi problema mandibular. No he sido una ingenua durante estos cuatro años pero hoy lo que algunas veces rondaba por mi cabeza ha sido confirmado. Un amigo me ha contado como una de esas personas se ha burlado de mi aspecto ante otros compañeros y como él le ha puesto en su lugar por no tener ni idea de lo que se estaba riendo. Evidentemente, ante todo esta persona ya no tenía ningún tipo de autoridad antes de que tuviera constancia de este hecho, puesto que tengo constancia desde hace tiempo que se trata de una persona cuya personalidad se fundamenta en el hecho de burlarse de todo el mundo a sus espaldas, incluso de sus propios amigos. No voy a llorar por eso, pero este tipo de situaciones me hacen pensar en algo que, aunque me haga la fuerte, no puedo dejar que me afecte.

Es el tipo de situación que en la adolescencia me llevaban a encerrarme en mi habitación para llorar a mares preguntándome por qué diablos me había pasado esto. Aunque no quieras, te sientes impotente pensando en esa etapa de tu vida en la que fuiste "normal" y como todo se fue a la mierda por un motivo que ni siquiera los médicos conocen y que te cambiaron la estética del rostro en no más de 3 o 4 años. Entonces piensas que deberías emitir un comunicado a todo el mundo que te conoce por primera vez diciéndoles que eres una persona normal, que no naciste así, pero que por circunstancias que nadie ha sabido explicar has tenido un problema de salud asociado a la estética. Pienso en lo triste que es eso, que el comentario de un estúpido me vuelva a recordar todo esto, pero es lo que me pasa ahora mismo por la cabeza. Es algo que soy incapaz de compartir como os he dicho en muchas ocasiones con la gente que me quiere y me rodea (¡otra cosa que me parece muy triste!) pero supongo que pienso que no me van a entender porque no pueden llegar a meterse en mi piel. Como ya os he dicho, no voy a llorar porque hoy me haya enterado de esto, pero tampoco voy a negar que hasta que no vuelva a nacer, que es así como espero sentirme después de volver a reconocer a esa niña que era en el espejo, no podré encerrar en un cajón algunas inseguridades.

Un momento que me sigue pareciendo muy lejano pero que realmente está a la vuelta de la esquina. La semana que viene voy a visitar a mi dentista para que me coloque la férula mandibular, se trata de una especie de funda de plástico que ejercerá presión sobre la mandíbula para que la boca aprenda a morder correctamente. Voy a llegar una férula "partida", de esta forma voy a llevar una parte de día y otra de noche para no llevar este plástico tan aparatoso durante todo el día. No tengo fecha para la operación pero le he estado preguntando al Dr. Canábez y me ha dicho que la férula se coloca tres o cuatro meses antes de la operación, así que el momento se acerca, aunque a veces siento que no llegará nunca y otras el miedo a que haya algún problema me invade, pero supongo que si no sintiera miedo en algún momento no sería humana, ¿no?